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La economía de suscripción reduce las deudas de los consumidores

Cada vez somos más los consumidores que llegamos con dificultad a fin de mes. Aunque suene a tópico, si a nuestro particular problema con las deudas, le unimos asuntos endémicos como el impacto del aumento de los precios de los combustibles, la subida de las tarifas de la electricidad, el incremento de los tipos de interés y la inflación desorbitada, gestionar nuestra economía doméstica, cada vez nos resulta más complicado.

 

Y, en cualquier caso, por mucho que protestemos, los gastos no van a desaparecer y las necesidades van a seguir existiendo. El ritmo de vida que llevamos hace que, bienes de consumo históricamente considerados de lujo, como electrodomésticos u otros aparatos electrónicos, sean ahora bienes de primera necesidad. Paradójicamente, en muchos casos, para adquirir artículos como una lavadora o un teléfono móvil, las familias más necesitadas, no tienen más remedio que recurrir a créditos con altos intereses, o a caras compras a plazos para poder disponer de ellos.

Financiar estas necesidades con créditos sitúa a algunos consumidores en modo de supervivencia, y atrapados en un ciclo de deuda del que puede ser casi imposible de escapar. 

Esto hace que nos preguntemos: «¿hay alguna otra manera de acceder a estos productos?». 

Hasta ahora, la respuesta era aplicar condiciones más flexibles, como aumentar el número de años de devolución de la deuda, lo que aliviaba el problema a corto plazo, pero que incrementaba la carga de la deuda a largo plazo y el aumento del porcentaje de intereses.

 

Economía de suscripción como alternativa al endeudamiento

Ahora, una nueva alternativa más flexible y sostenible a la compra a crédito ha nacido: la economía de la suscripción. Las empresas apoyadas en esta modalidad, ofrecen el uso de su producto o servicio a los clientes sobre la base de una suscripción, en contraposición a una transacción más tradicional, en la que el cliente compra un artículo directamente. Es un modelo que tiene sus raíces en las empresas tecnológicas, concretamente en el software, donde los clientes acceden a un servicio sobre la base del «pago por uso».

Sobre el caso que nos atañe, esto significa que podremos acceder a una serie de artículos para el hogar de forma mensual, como es el caso de los electrodomésticos, o aparatos electrónicos, con la opción de mejorar o reducir la categoría, hacerse con la propiedad tras el periodo de alquiler predeterminado, o cancelar el contrato en cualquier momento. En lugar de encerrar al consumidor en un contrato inamovible, ofrece flexibilidad y libertad de elección, junto con ventajas como el mantenimiento y la cobertura de riesgos incluidos en el coste mensual, protegiendo a los consumidores en caso de que los artículos deban ser reparados o sustituidos.

En todo el mundo, la economía de suscripción está creciendo, a medida que más personas valoran la comodidad y la flexibilidad de un modelo que, en última instancia, reacciona de forma más dinámica a las necesidades del consumidor.

 

El modelo de suscripción en España

En España, este modelo está empezando a consolidarse, y su potencial es enorme. La economía de la suscripción tiene que ver con las personas, no con los productos, y es esta concepción la que otorga valor al modelo. La reducción de la deuda de los consumidores también consiste en comprender que las obligaciones financieras las creamos las personas, con demasiada frecuencia para satisfacer necesidades muy básicas. Hagamos que una cosa ayude a la otra, acomodándonos a la idea del acceso por encima de la propiedad.

 

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